La tierra está humedecida por el llanto de la noche,
tras las cortinas del sueño gimen sedientos planetas,
la rota bandera celeste ondea gris en el cielo
y arden los astros heridos al leve contacto con ella.
La brisa despliega sus alas y acaricia la melena
y la breve comisura de la boca de una estrella,
tres relámpagos feroces nacidos de ancianos vuelos
de paisajes ebrios de luna, ya duermen bajo su velo.
¡Despierta cubierto de estaño, haz que la tierra no duerma!
Mientras recorres tu camino, la dama gris su lecho entierra.
¡Despierta, no ceses tu danza, despide la sombra que dejas!
Mientras centellea el blanco horizonte, mis pálidos ojos se cierran.
No hay comentarios:
Publicar un comentario