Tu palabra clara cubrió tantas noches
con su manto de peces de plata.
Tu voz sabe atravesar arrecifes de espera
y cantar a los dolorosos surcos del alma.
El humo de tus manos dibuja paisajes
de otoños, estíos, nubes doradas
y calma a los corazones sedientos
de tierra, luna y escarcha.
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