BENDITA MÚSICA, como decía el maestro Serrat, y estoy de acuerdo, más allá de todo cuanto la rodea. Bendita música que a veces nos hace olvidar que estamos inmersos en una espiral de rivalidad, de falsas amistades, de dobles caras...
Muchas veces el camino se torna gris aunque a lo lejos se vea un reflejo de algo parecido a una luz, centelleando tímida detrás de las nubes. Siempre nos quedará la música, aunque a veces desdibujada, convertida en una fábrica de canciones al por mayor, donde sólo sobrevive el estribillo más repetitivo. Mi querida música ha visto caer desde lo más alto a cientos de vidas, desgastadas y enfermas por conseguir un sueño que te puede dar felicidad o empujar al más profundo abismo. Parece no haber escapatoria para quien dedica por entero su vida al arte de las musas. Poco a poco conseguiremos que se desprestigie de tal forma que sólo haya cabida para el arte digerible, de usar y tirar que apenas sobrevive el año en que aparece. ¿Dónde queda la emoción? Yo recuerdo que comencé a hacer canciones y a dedicar por entero mi vida a este noble oficio porque quería ser como Silvio, como Serrat, como Dylan, como Miles Davis, como Agustín Barrios, como Tom Waits y tantos otros que no nombro por no hacer la lista interminable. Preguntémonos a dónde queremos llegar, a dónde podemos permitir que llegue la situación de la cultura en general. El otro día cierta persona me dijo que no había que pagar por la música porque “la música es de todos”. Cada vez que oigo expresiones como ésta me escandalizo enormemente ya que todo el mundo cobra por su trabajo, ya seas albañil, médico o banquero. Señores, ser músico es un trabajo, además muy duro. Un músico de carrera estudia 14 años para poder tener un título, invirtiendo la mayor parte de su vida a ello. Se está convirtiendo en un trabajo cada vez más precario y lo acabaremos pagando. Músicos de fin de semana (sin tener otra opción) abarrotan nuestro panorama nacional, por lo tanto la calidad irá poco a poco disminuyendo debido a la falta de tiempo.
Desde aquí hago un llamamiento a la reflexión o cualquier día echaremos en falta a la propia MÚSICA.
Tienes razón, Jorge.
ResponderEliminarLa carrera musical es larga, dura y costosa con muchos sacrificios.
Mi hija la está terminando, y sé de lo que hablo. Comenzó con 8 años y la está terminando con 28.
Ánimo Jorge, porque llegarás a recoger los frutos, aunque con dificultad, pero ya verás.
Ojalá un día no muy lejano, te pueda recordar esto que te digo.
Un abrazo
Muy acertado! Un saludo Cesar
ResponderEliminarGracias, amigos. Un abrazo.
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