Lleno está de vida el aire de esta casa,
de una vida antigua que aún se refleja en sus muros.
Escenas cotidianas vienen a mi mente
cuando veo los tristes barrotes oxidados
desafiando al cielo, clavados en su mañana.
Lentas horas miran pasar sus ventanas
y ofrecen refugio a quien ya no sueña,
a quien no permite la blasfemia del tiempo
y encalla su vista en una imagen macilenta y sucia
que no existe más que en su espectral silencio.
Nadie sabe cuántas horas vivieron esos pasillos.
Son reflejo de una historia que ha de permanecer callada
mientras no sepamos descifrar el lenguaje tibio
del aire impregnado de sombra y humo.
La luz de una vela incendiará los rincones,
limpiará de pesadillas estos años sin memoria.
Mientras llega ese día, el ánima que puebla
en la mañana, preparará su lecho de viento
y anidará en él sabiéndose compañera de la noche,
soñando que un día vuelva a ser habitada.
Precioso, Jorge!!! y qué bonita foto!!! Besitos
ResponderEliminarGracias, Sonia. ¡Un abrazo!
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