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martes, 4 de octubre de 2011

Caen los ojos de la tarde

Caen los ojos de la tarde
con su alborada de silencio y nieve.
El estío cohabita con el invierno
en este anochecer lento
de palabras y barro.

Las criaturas insomnes nacen
de entre los escombros,
de la lluvia dormida,
de la luz crepitante del cielo
derramada en las aceras.

Parece como si el lento ir y venir de las gentes
hiciese reír a los rascacielos,
que hastiados desde su tribuna de oro,
golpean la techumbre de los días,
agrietando mi garganta.

Perfilada queda la oscuridad que habita
dentro del pecho de los hombres,
tantas veces, depredadores de sí mismos,
marchitas hojas de un árbol muerto,
varado en el frío asfalto.

Hoy más que nunca me duele el mundo.
Me busca su felicidad anhelante, sigue mis huellas, 
pero no le permito acercarse a más de un paso.
Me he prometido ir a su encuentro,
tal vez mañana.

5 comentarios:

  1. Que maravilla, gracias por compartirlo.

    Silvia

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  2. Qué bonito Jorgeeee!! una vez más me sorprendes :-)

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  3. Enhorabuena por éste y por todos tus poemas. Además de disfrutar de tu música, es una pasada leerte... Ojalá algún día publiques tus textos.

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  4. Es la sensación de ver nacer un bloque de hormnigón en vez de una flor, dichosos quienes en sus despertares pueden disfrutar del aroma del rocío cubriendo la ladera a modo de cristales preciosos una vez el sol los acaricia.
    Estamos muy faltos de esos momentos y muy cubiertos de civilización...

    Pero siempre habrán unos versos que quieran huir.

    Gracias por este regalito, un besote, cuídate

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  5. Muchas gracias por vuestros comentarios. ¡Abrazos!

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