Noviembre
Puede que no la recuerdes,
fue un martes de noviembre en este mismo bar.
Estaba sentada en aquella mesa
donde ahora tropiezan las horas con la soledad.
Llevaba en sus ojos reflejos de luna
y sombras de espuma de algún mar lejano.
Dejó su sonrisa en un vaso vacío,
sé que no cabría el olvido en aquellas manos.
Y dejé volar las palabras,
por darle mi único abrigo.
Tejió la noche su lecho de escarcha
para quedarse conmigo.
Y quedará el recuerdo de la lluvia al caer,
borrando las pisadas y el camino.
Me dejó su nombre ardiendo en un papel
y el tiempo como enemigo.
Desde entonces camino las horas
buscándole los ojos, cubierto de mar,
en todas las hadas que anuncian la aurora
dejando mi voz fatigada para respirar.
Y vienen a verme las viejas canciones,
heridas que el tiempo no quiso borrar.
Y sigo habitando, aunque por un momento,
en las manos que alejan inviernos y para recordar...
Dejaré volar las palabras,
por darles mi único abrigo.
Tejerá la noche su lecho de escarcha
para quedarse conmigo.
Y quedará el recuerdo de la lluvia al caer,
borrando las pisadas y el camino.
dejaré mi nombre ardiendo en un papel
y el tiempo como testigo.
Y quedará mi rostro ardiendo en un papel
y el tiempo...